Cómo Aceptar la Incertidumbre: Transforma tu Vida Rompiendo la Necesidad de Control
Aprende cómo soltar el miedo al futuro puede abrirte las puertas a una vida más plena y con menos ansiedad, incluso en momentos de gran incertidumbre.
En esta edición de Dinámica Mente hoy leerás:
Viviendo en la tormenta: la ansiedad en un mundo de incertidumbre
La trampa de la búsqueda de control
El poder de aceptar la incertidumbre
⏳ Tiempo de lectura: 8 min.
Manuel se despierta cada mañana con una sensación de opresión en el pecho que no logra quitarse de encima: una mezcla de ansiedad y desesperación que revoluciona sus pensamientos. Lleva meses buscando trabajo, enviando currículums y haciendo entrevistas que no terminan en un puesto laboral. Sus ahorros se agotan, y aunque intenta mantener una actitud positiva, la incertidumbre sobre cómo pagará el alquiler los próximos meses le abruma. Se plantea a darse de alta como trabajador autónomo o probar suerte en el extranjero, pero le angustia el riesgo de no ser capaz de hacer frente a los gastos. Mientras tanto, ver el mundo a través del televisor no le ayuda: amenazas de crisis económica, guerra nuclear y el colapso ecológico llenan los noticiarios. Encuentra apoyo en sus amigos, pero ellos parecen tenerlo todo bajo control, y eso le genera una sensación de fracaso. Manuel siente que está perdiendo su rumbo, y con ello, su paz mental.
¿Te resuena esta historia? El entorno nos ha enseñado a aferrarnos al control, pero paradójicamente este impulso puede ser una fuente de sufrimiento. En un mundo lleno de incertidumbre, es esencial aprender a navegar entre las olas del miedo y la ansiedad.
Viviendo en la tormenta: la ansiedad en un mundo de incertidumbre
Vivimos en una época marcada por la incertidumbre.
Según la American Psychological Association (APA), más del 75% de los adultos estadounidenses reportan estar estresados por el futuro, sus finanzas, la economía, la criminalidad, los conflictos globales y los desastres naturales. El temor a una recesión económica se ha convertido en una de las preocupaciones más apremiantes a nivel mundial. A esto se suma la escalada de los conflictos armados en Ucrania o Gaza, que intensifican las tensiones geopolíticas, mientras los efectos del cambio climático se hacen cada vez más evidentes, asolando el planeta con fenómenos extremos.
Esta sensación generalizada de que el futuro está fuera de control no solo afecta a la población en general, sino que tiene un impacto particular en las generaciones más jóvenes. Se enfrentan a una creciente precariedad laboral y dificultades para acceder a una vivienda digna, mientras observan cómo el sueño de una vida estable, que fue una realidad para generaciones anteriores, se desmorona ante sus ojos.
En este contexto, la ansiedad se intensifica, alimentada por la anticipación de escenarios catastróficos que se construyen en la mente. Esta “construcción” mental puede resultar en un ciclo de estrés continuo, donde la intrusión de pensamientos pesimistas y de preocupaciones, provoca una respuesta emocional que afecta el bienestar diario.
La trampa de la búsqueda de control
La búsqueda de control es una respuesta natural ante el caos de la vida. El deseo de control es un automatismo psicológico, un instinto humano profundamente arraigado, esencial para la supervivencia, ya que permitía prever y evitar amenazas.
Sin embargo, este deseo de control puede convertirse en una trampa. La incertidumbre laboral, los desafíos económicos, las tensiones sociales, o la posibilidad de futuras pandemias… nos empujan a intentar adelantarnos a cada escenario posible. Pero, ¿acaso no provocan pensamientos intrusivos?
Me refiero a todas esas imágenes o ideas no deseadas que irrumpen en tu mente, generando ansiedad y malestar. A menudo estas proyecciones, aunque vívidas y factibles, son creaciones de tu imaginación que rara vez se materializan.
La ansiedad que siente Manuel no proviene de la realidad en sí, sino de las emociones que esos pensamientos generan. Cada preocupación por el futuro se convierte en un ladrillo más en la pared que construye, privándole de la libertad de vivir el presente. Por ello, es fundamental que se recuerde que son escenarios mentales —que no existen “ahora”—, y que tienen un coste real: la ansiedad que siente. Mantenerse en esos escenarios pesimistas, no contribuye a la solución de problemas, solo dificulta la toma de decisiones y la acción efectiva.
Reconocer esta relación entre la anticipación y la ansiedad es fundamental; al aprender a aceptar la incertidumbre, lograrás romper esas tormentas internas.
El poder de aceptar la incertidumbre
La idea de que debes tener el control de todo, lleva a una batalla constante con lo inevitable: la vida es, por naturaleza, incierta.
El filósofo y psicoanalista Slavoj Žižek sostiene en sus obras que confrontar la incertidumbre es un acto liberador. En lugar de aferrarse a la ilusión de control o previsibilidad, enfrentarse a la complejidad y lo inesperado nos permite experimentar la realidad de una forma más auténtica. Esta confrontación con lo real, aunque incómoda, puede abrirnos a nuevas experiencias y perspectivas de vida.
Aceptar la incertidumbre no significa rendirse ante la amenaza. Por el contrario, se trata de encontrar la paz mental en medio de las tormentas de la realidad externa. En un entorno inestable, aprender a ser mentalmente flexible y soltar el control permite un estado en el que resolvemos mejor los problemas, aceptando que hay cosas que simplemente están fuera de nuestro control.
Al reconocer que la vida es impredecible, podemos cultivar una actitud de apertura y curiosidad ante lo que venga. Creo que el hecho de que la incertidumbre sea más constante, puede convertirse en un espacio fértil para el crecimiento personal. Nos obliga a poner en marcha aquello que sí está bajo el poder de nuestras decisiones, y nos empuja a aprender una asignatura pendiente: regular nuestras emociones.
Este giro de perspectiva nos permite mirar más allá de lo que no podemos controlar y enfocarnos en lo que sí: nuestros estados emocionales, comportamientos y reacciones. Manuel, si reduce su nivel de ansiedad, puede empezar a centrarse en acciones concretas y realistas que lo acerquen a sus objetivos. Establecer metas pequeñas, como actualizar su currículum, inscribirse en un curso, o investigar oportunidades de emprendimiento. Esto a su vez le ayudará a desactivar la ansiedad, y fomentará un sentido de control y eficacia en su vida diaria.
Resistir la embestida de la incertidumbre y el temor no es fácil; pero tenemos herramientas para reducir la ansiedad y redirigir el foco de la atención. Practicar diferentes técnicas de meditación centradas en la atención plena —p. ej. mindfulness, Vipassana—, nos permite aprender a observar nuestros pensamientos sin juzgarlos, como espectadores, permitiéndonos distanciarnos de la tormenta emocional que pueden generar. La clave está en reconocer que nuestras preocupaciones son, en gran medida, productos mentales; no la realidad.
Además, no olvidemos el autocuidado, permitiendo tiempo para “descomprimir” el estrés, para desconectar: todo aquello que te ayuda a calmar tu sistema nervioso, caminar, escribir, la práctica regular de ejercicio; y siempre cuidando la alimentación y un descanso adecuado.
Finalmente, añado dos claves: reducir la exposición a las noticias y rodearnos de un buen círculo de apoyo. Los medios y redes sociales abusan de sesgos sensacionalistas para captar nuestra atención, lo que intensifica las emociones. Hablar sobre las inquietudes con amigos o familiares puede mitigar esos pensamientos y recordarnos que no estamos solos. La vulnerabilidad puede ser una fortaleza, compartir las preocupaciones puede abrirte a nuevas perspectivas.
La aceptación de la incertidumbre es, en mi opinión, la habilidad mental más importante a adquirir actualmente, para quien desea vivir plenamente en esta época de cambios.
📚 Referencia recomendada:
Žižek, S. (2018). El coraje de la desesperanza: Crónicas del año en que actuamos peligrosamente. Anagrama.
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