La Realidad Oculta de las Redes Sociales y Cómo Explotan tus Necesidades
Los vínculos en la modernidad líquida, burbujas virtuales de validación, e impacto en la salud mental. Comprende nuestra esencia emocional, y cómo usar las redes de forma saludable en la actualidad.
Scroll infinito por contenido milimétricamente preparado, adulterado por filtros… Para aquellos sumergidos en burbujas digitales, sus vidas en la red se entrelazan con una ilusión de perfección, alimentada por la búsqueda de validación y pertenencia.
¿Estamos auténticamente conectados, o atrapados en burbujas virtuales que distorsionan nuestros vínculos y autoestima? ¿Cómo afecta mentalmente esa búsqueda incesante de validación?
Descubre respuestas mientras reflexionamos sobre las redes sociales actualmente.
El declive de los vínculos en la era de la modernidad líquida
Desde el siglo pasado, los lazos humanos han ido debilitándose. Zyngmunt Bauman hablaba de la “modernidad líquida”, refiriéndose al declive de la colectividad y al auge del individualismo.
Globalización, transformación social vertiginosa, mutación en los valores, precariedad, competitividad, catástrofes, infoxicación, desconfianza hacia las instituciones…
La seguridad y confianza en lo comunal se ha erosionado, sumergiéndonos en un individualismo que nos fragmenta socialmente.
Bauman justificó el éxito de Instagram o Tik Tok, afirmando que los depredadores económicos huelen esta incertidumbre, y crean falsos salvavidas a los que aferrarnos. Señuelos virtuales que alimentan superficialmente el anhelo de colectividad e identidad.
Como flotadores digitales para no hundirnos en el vacío.
La importancia de la conexión y la pertenencia
Nuestras decisiones están influidas por procesos automáticos que buscan satisfacer necesidades como la supervivencia, la búsqueda de placer, o la evitación del dolor.
Buscamos mantener relaciones de apego por necesidad, pero también anhelamos ser reconocidos y valorados en esas relaciones, proveyéndonos un sentido interno de ser dignos de atención y amor.
Psicoanalistas como D. Winnicott o H. Kohut destacaron la importancia de mantener un sentido estable y coherente de uno mismo — Self—, desde la infancia hasta la vida adulta. Las relaciones, a través de experiencias emocionales repetidas, proporcionan el sostén, la continuidad y familiaridad que necesitamos psicológicamente.
La validación de nuestra identidad y valía se forja “con” los demás, ya que nuestra afirmación personal depende de la aceptación de los demás a lo largo de nuestro desarrollo.
Estamos programados para buscar la aceptación y evitar el rechazo. Estos patrones han sido cruciales para la supervivencia de nuestra especie: garantizaban la cohesión grupal y el cuidado mutuo en un ambiente terriblemente hostil. Esto explica nuestra necesidad de conexión y pertenencia: de sentirnos en fusión con algo más grande.
“Mami sube algo, dame contenido”: tus Selfies por mis Likes
Las redes sociales son un mal sucedáneo de lo que aportan las relaciones reales. Un mal sustituto que engancha como una droga. Y no es una metáfora.
El placer y bienestar que generan las interacciones positivas en las redes, están directamente relacionadas con necesidades psicobiológicas. Se activan las mismas regiones que comiendo, teniendo sexo, o tomando estimulantes como la cocaína.
Un estudio realizado en la UC-L.A, mostró a través de neuroimagen cómo los centros de placer y recompensa de cerebros de adolescentes, se activaban al ver sus propias fotografías con muchos likes e interacciones.
Desde la infancia, buscamos una imagen de nosotros mismos digna de ser aceptada, reconocida y admirada, —amada—.
Las redes pueden reforzar la necesidad de aparentar, de manipular la percepción de los demás, a través de proyectar una imagen ideal: una identidad adulterada, un falso Self . Frágil; pero al menos un intento de salir de la carencia emocional y la soledad.
El exacerbado exhibicionismo narcisista y un factor adictivo en las redes sociales, proviene de la explotación de necesidades psicológicas ancladas en nuestro cerebro homínido, por parte de las grandes tecnológicas.
Impacto emocional al mirar en espejos distorsionados
Las interacciones virtuales —número de veces compartido, comentarios, likes, —, pasan a equivaler psicológicamente a la validación o rechazo real. Se convierten en una estimación proporcional de la valía y la autoestima.
De forma irreal sí, simbólica, pero cuyo impacto emocional es real. La estabilidad emocional termina dependiendo de las respuestas de los demás. Sabemos que pasar tiempo mirando pasivamente imágenes y perfiles en Facebook o Instagram, desencadena una sensación de exclusión, soledad, y envidia.
La comparación social, a muchas personas les hace sentir avergonzadas, tristes, apocadas. Las redes son espejos distorsionados que proyectan lo que supuestamente carecen, de lo inadecuados que son.
Espejos que muestran las actividades que no hacen, metas profesionales que no alcanzan, experiencias en las que no están presentes, las parejas o familias ideales que no tienen...
Reflejos de supuestas vidas que no tienen, y esfuerzos por proyectar una vida ideal. Los sentimientos de frustración y malestar provocado por buscar aceptación en muros virtuales adulterados, hay que cortarlos de raíz, poniendo límites sanos en su uso, y enfocando el esfuerzo en avanzar hacia la vida deseada en la realidad.
Final: human after all
En la complejidad de nuestra relación con el mundo digital, encontramos una llamada a reconocer la importancia fundamental de la conexión y pertenencia. Más allá de las vicisitudes en los cambios tecnológicos modernos, persiste el anhelo innato de ser aceptados y amados.
En el presente, las redes sociales crean espejismos adictivos, pero quizás, al entender la raíz de nuestras necesidades psicológicas, podemos forjar la senda hacia una autenticidad que trascienda las distorsiones psicológicas, que nos permita usar sanamente las nuevas tecnologías.
Sobre todo en aquellas personas a las que hieren la autoestima, y erosionan su capacidad de relacionarse genuinamente.
Reconocer nuestra esencia emocional —orgánica, analógica, relacional—, y buscar proteger las conexiones reales, se erige como un poderoso antídoto contra el potencial impacto negativo de las burbujas digitales de las redes.
En la era digital, abrazar nuestras necesidades más frágiles y priorizar las conexiones genuinas, emerge como un escudo frente al impacto emocional de la sobrexposición a las redes sociales.
Reflexiones finales
¿Has sentido que las redes sociales afectan a tu autoestima o bienestar?
¿Consideras que el tiempo que pasas en redes sociales, influye en tus niveles de estrés, soledad o ansiedad?
¿Te comparas con la vida “aparentemente” perfecta de otros en redes sociales? ¿Cómo impacta en tu salud mental?
El uso de las redes no tiene por qué ser negativo: es posible un uso constructivo, que genera bienestar, aporta aprendizaje y conexión social.
Navegando por una docena de estudios y metanálisis de los últimos años, he hallado evidencia de que pueden influir positivamente el bienestar a través del apoyo social, el desarrollo de la autoestima y la interacción activa.
Por otro lado, afectan negativamente al bienestar debido a: la comparación social, el prolongado consumo pasivo, y la exposición a contenido que conduce a comportamientos perjudiciales para el bienestar o de riesgo para la salud.
(No quiero inundar esto de referencias científicas, pero estaré encantado de enviártelas todas si te interesa).
Por último, comparto este corto que te dejará mucho en qué pensar:
Hasta la semana próxima, un abrazo,