Lo que Dejas ir y lo que Te Llevas Dentro: Una Despedida para Cerrar el Año
Una reflexión para despedir lo vivido, abrazar lo aprendido y abrirte a lo que viene.
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Sofía está sentada en su terraza, envuelta en un abrigo cálido y pesado que la ha acompañado más años de los que le gustaría contar. A lo lejos, los fuegos artificiales iluminan el cielo, pero su atención está en otro lugar.
Lo que la mantiene despierta no es el estruendo de la celebración, sino esa mezcla de alivio y vacío que siempre traen los finales. Dentro, una libreta y un bolígrafo la esperan en la mesa, pero antes de entrar, cierra los ojos. La brisa gélida acaricia su rostro, y el olor a cera derretida la hace sentirse presente, una sensación real.
El año se va, y con él una parte de sí misma que todavía no sabe si está lista para soltar.
Por primera vez en semanas, se acerca a la libreta. No para hacer una lista de propósitos ni para planear lo que sigue, sino para enfrentarse a lo que queda. Su mano toma el bolígrafo, y la tinta empieza a deslizarse sobre el papel con una pregunta que no puede evitar: “¿Cuánto de este año vale la pena recordar?”
Los finales siempre se sienten así, como un vértigo. Ese instante suspendido al borde de un salto en el que te aferras con todas tus fuerzas, aunque sabes que no puedes quedarte ahí. Porque lo difícil no es soltar lo malo, sino aceptar que incluso lo bueno, lo que una vez te hizo feliz, a veces también se queda atrás para no volver.
No es solo un año lo que dejamos atrás. Es una versión de nosotros mismos que ya no nos acompañará en el futuro.
Decir adiós nunca ha sido algo que se nos dé bien.
Preferimos las pausas ambiguas, los cierres a medias, las promesas que dejan una rendija abierta. Por si acaso.
Es más fácil engañarnos con la ilusión de que no todo ha terminado, que hay algo más que rescatar. Pero los finales son incómodos realmente porque implican pérdida. No solo la pérdida de algo externo —una relación que no funcionó, un sueño que se quedó a medio camino, un proyecto truncado, un hábito que parecía inofensivo hasta que comenzó a drenar tu energía— sino la pérdida de la parte de ti mismo que estuvo apegada o aferrada a eso.
Mira a la naturaleza. Los árboles no retienen sus hojas en otoño; las sueltan para sobrevivir al invierno. No luchan contra lo inevitable. Nosotros, en cambio, insistimos en aferrarnos a lo que ya se ha marchitado. ¿Por qué? Porque duele.
Pero ese malestar no está ahí para detenerte; está ahí para mostrarte un nuevo camino. Como escribió Nietzsche: “es preciso llevar aún algún caos dentro de sí para poder engendrar estrellas danzarinas.” Ese caos no es un enemigo; es un campo fértil, un catalizador. Lo que te incomoda, lo que duele, te muestra lo que necesitas cambiar. Es la grieta que deja al descubierto lo que evitas: patrones que se repiten, metas que persigues por inercia, o versiones de ti mismo que ya no encajan con quién eres ahora.
Sin caos, no hay movimiento; y sin movimiento, no hay transformación. Los finales nos liberan, pero solo si dejamos de resistirnos y aceptamos el espacio que abren en nuestras vidas.
El año que termina no fue perfecto. Ningún año lo es.
Pero en los fallos y decisiones desacertadas, en los cambios inesperados y en los plot twists que la vida nos pone sin avisar, hay lecciones que esperan ser vistas si te detienes a verlas.
"Lo que niegas, te somete. Lo que aceptas, te transforma." Estas palabras, atribuidas a Jung, nos recuerdan que aquello que evitamos enfrentar sigue influyendo desde las sombras. Hacer un balance del año implica mirar de frente las heridas que aún no han cerrado, relaciones que ya no funcionan, los patrones que te atrapan, o las decisiones que ya no resuenan contigo. Aceptar estas partes de tu historia abre espacio para que tu futuro no sea dictado por lo que ya pasó.
Somos una especie bien anclada en lo que nos aporta algo de seguridad. Los cambios asustan porque nos sujeta a lo familiar, incluso cuando eso nos daña. Una relación que estanca, un trabajo que te drena; una versión de ti mismo que ya no representa quién quieres ser. Mirar atrás ayuda a entender, pero avanzar exige soltar. No se puede volar cargando con lo que ya cumplió su propósito.
Cerrar el año significa elegir qué partes de ti mismo seguirán construyendo tu camino. Haz un balance desde aquello que realmente marcó tu vida este año. Pregúntate: ¿Qué me revelaron los momentos difíciles? ¿Qué aprendí sobre quién soy y qué necesito? ¿Qué quiero llevar conmigo ahora?
El futuro te está esperando.
Los rituales son nuestra forma más humana de darle sentido a lo que no podemos explicar. Convierten lo invisible en visible, transforman despedidas en actos y nos recuerdan que cerrar y comenzar siempre es un proceso simbólico.
Sofía se propuso escribir a su Yo de comienzos de año pasado, como una forma de repasar el año reflexivamente.
Enciende una vela y toma aire antes de escribir. No sabe por dónde empezar, pero deja que las palabras fluyan, como si su yo de hace un año estuviera al otro lado del papel.
¿Qué te dirías sobre los momentos que más te iban a marcar a lo largo del año? ¿Qué experiencias o lecciones hubieras querido saber antes de empezar el año?¿Qué te llevas que te fortalece para encarar el siguiente?
“Querida Sofía," escribe. “Si pudiera hablar contigo ahora, te diría que este año será muchas cosas, pero predecible no es una de ellas. Habrá días que te sacudirán como una tormenta, pero también momentos que te llenarán de una paz que no esperabas encontrar. Como esa tarde después de la sesión de terapia, que te sentiste ligera por primera vez en mucho tiempo. Habrá momentos compartidos con quienes amas que te llenen de esperanza, y silencios que te enseñen a escuchar lo que siempre evitaste.”
“Quiero que sepas que algunas de las cosas que más temes ahora no te destruirán, aunque lo parezca. Ese proyecto que no salió como esperabas te enseñará que tu valor no depende de ningún resultado ni de ninguna opinión externa. Esa relación que temes perder te mostrará cómo relacionarte de un mejor modo. Y los momentos en los que te sientas perdida te llevarán, de formas inesperadas, a encontrarte a ti misma.”
“Si pudiera pedirte algo, querida Sofía de enero, sería esto: no pierdas la fe en ti misma. Hay cosas que no sabrás manejar en el momento, pero está bien. Aprenderás, saldrás fortalecida. Y aunque no tengas todas las respuestas, seguirás avanzando. Te prometo que cada paso cuenta, incluso los que no parezcan llevarte a ningún lado. Gracias por no rendirte, incluso cuando querías hacerlo. Gracias por ser valiente, aunque no siempre lo sentiste así. Y gracias por recordar que, incluso en los momentos más oscuros, hay algo dentro de ti que sigue creyendo en tu propia luz.”
Sofía apaga la luz del salón, y cierra la terraza. En su libreta, ha escrito una lista corta pero poderosa: lo que elige dejar atrás de este año. En otra página, una sola frase: “Seré alguien que no teme empezar de nuevo.”
Este ritual permite reflexionar sobre lo vivido durante el año, ayuda a cerrar emocionalmente el año, conectando con la gratitud y la aceptación necesarias para avanzar.
Te animo a que realices tu propio ejercicio de aprendizaje y gratitud con el año, ver con claridad lo que te sostiene y preparar el terreno para lo que viene.
Cerrar un ciclo no es solo soltar lo que fue, sino también abrazar lo que eres gracias a ello. Habla con compasión y honestidad, y agradece lo que tienes en tu vida; agradece la persona que eres.
Cierre: Un brindis por lo que viene
Cierra el año, pero no cierres los ojos a lo que puedes ser, a lo que puedes construir en tu vida. Brindemos, entonces, no solo por lo que fuimos, sino por lo que decidimos ser a partir de ahora.
Hace años, en un momento difícil, alguien me dedicó estas palabras de una canción de Leonard Cohen:
"Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz."
Que 2025 sea el año en el que encuentres tu luz.
Con esta edición cierro un año lleno de reflexiones compartidas y aprendizajes que nos unieron en estas páginas. Desde Dinámica Mente, te agradezco profundamente por estar ahí, por abrir este espacio en tu vida para pensar, sentir y crecer conmigo. Te estaré muy agradecido si dejas un comentario o compartes con esta publicación, me ayuda a proseguir con este proyecto.
Gracias por permitirme ser parte de tu año. Ha sido un privilegio ser parte de tu camino este 2024, y espero seguir acompañándote en el próximo.